domingo, 7 de diciembre de 2014

SIN MIEDO A LA OSCURIDAD

Durante la infancia, el miedo a la oscuridad es algo común, puesto que aún desconocemos qué cosas son reales y que cosas con ficticias. Es una época de mucha fantasía e imaginación. Al igual que creemos en los reyes magos, las hadas, los duendes o el ratoncito Pérez, también creemos en los monstruos, el hombre del saco, las brujas o los fantasmas.


Tener miedo es totalmente natural, tengas la edad que tengas. Hay que sentir miedo, porque si no, ¿cómo sería una vida sin miedo? Nos arriesgaríamos demasiado, pondríamos en peligro nuestra vida sin tener cuidado… y es que el miedo nos ayuda a sobrevivir.


Cuando sentimos miedo se acelera el corazón, se nos tensan los brazos y piernas, se nos abren los ojos de par en par, las pupilas se dilatan, sentimos escalofríos, etc. Estos “síntomas” son las órdenes del cerebro a nuestro cuerpo preparándolo para una posible huida o lucha cuando éste ha avistado un peligro o una amenaza.

Sabemos que hay que temer a la oscuridad. Aprendimos de las historias que nos han contado, viendo a los demás como huyen o por la propia experiencia. Sabemos que la oscuridad hace menos visibles las cosas y que, cualquier sombra, puede ser un juego libre de interpretaciones. 

Hoy en día, hasta de adultos nos asustamos por cualquier ruido, y es que, temer a la oscuridad no es solo cosa de niños. ¿Alguna vez os ha pasado que hay una chaqueta, un perchero, una mochila o cualquier objeto en vuestra habitación que parece que es una persona y tenéis que encender la luz? Seguro que sí. Ésto se llaman ilusiones. Las ilusiones son creadas por nuestra mente debido a la ambigüedad, la poca visión que tenemos del objeto. Si esta incertidumbre es combinada con expectativas negativas y una activación emocional intensa, tenemos la combinación perfecta para que surja el miedo.


En este post os doy unas pautas a tener en cuenta para poder evitar y combatir el miedo a la oscuridad:

  • Evitar cenas pesadas. Cuando las comidas son menos digestivas y pesadas el cuerpo aún se encuentra trabajando en la digestión cuando te vas a dormir, aumentando la probabilidad de aparición de pesadillas, ya que el cuerpo no está completamente relajado y aún se encuentra en tensión.
  • Evitar las películas impactantes. El ver o leer historias que son impactantes durante la noche aumenta la activación tanto en el cuerpo como en la mente. Cuando estamos dormidos, el cerebro hace un repaso de todo lo vivido en ese día, mejor que no encuentre imágenes negativas ¿verdad?
  • Reducir la excitación emocional. Antes de irnos a dormir, una buena forma de bajar la excitación emocional y relajar cuerpo y mente, es darse un baño caliente, con perfumes suaves y/o escuchar música instrumental tranquila. Nada de estimulantes como la cafeína, teína o nicotina.
  • Hacer ejercicio. Realizar ejercicio durante el día, hace que el cuerpo segregue endorfinas que aumentan la sensación de bienestar. No lo realices pocas horas antes de dormir o realizará el efecto contrario. El objetivo es que el cuerpo esté relajado, no cansado.
  • Dejar una luz. Es típico dejar una luz, y aunque no es la solución, sí que se puede usar como aliado para conciliar mejor el sueño. De este modo, aumenta la visibilidad de la habitación y eso proporciona mayor seguridad. El proceso es apagarla cada vez de forma más frecuente hasta conseguir dormir sin ella.
  • Un final de cuento. Antes de ir a dormir piensa en algo bueno, lee algo que te motive o… ¿porque no? Que te haga reír. Irse con una sonrisa a la cama, es una buena arma contra las pesadillas. Recuerda: busca algo bueno para terminar el día.
  • ¿Vaso de leche por la noche?. La leche, lo contrario a lo que dicen, no es muy digestiva. Si tienes por costumbre beber un vaso de leche antes de acostarte y tienes dificultad para dormir, prueba a cambiarlo por una infusión caliente (que no sea té), existen en muchos sabores.
  • Ropa cómoda. Dormir con ropa cómoda también es importante, que no te apriete, y revisa que no tengas ninguna cadena, pulsera o reloj que te pueda molestar o cortar el sueño.

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