Nuestra vida da muchas vueltas, como un juego. Vamos a suponer que es como el Juego de la Oca.
Nos planteamos una
meta (la oca central) y vamos
avanzando en ella dando pequeños pasos y respetando los turnos. Los dados de nuestra vida están tocados por
el azar, son inciertos, puesto que de un momento a otro no podemos saber nunca
lo que puede suceder. Al igual que la vida, no podemos saber lo que nos depara,
pero no importa si sabemos cómo y a dónde queremos llegar.
El camino no es fácil puesto que
existen casillas, como días de nuestra
vida, a las que caeremos y estaremos unos turnos sin poder tirar, no podremos
avanzar porque no ha sido un día bueno, pero forman parte de nuestra
experiencia. La primera, el pozo, es
el típico bajón, te da un pequeño susto, como un agujero en el camino, es algo
que no te esperabas, pequeños sucesos de la vida que nos devuelven al presente.
El segundo, la pensión, a veces
tenemos que aprender a descansar a mitad de camino para recuperar fuerzas, y
aunque eso suponga quedarse algunos turnos sin avanzar, puede que nos ayude a
focalizar mejor la meta. Vamos avanzando, y en el camino se nos presentan
pequeñas oportunidades, que si las aprovechamos, nos hacen avanzar como los puentes y nos ayudan a pasar de un
lado a otro.
También están las ocas, como todas esas personas que
pasan por nuestra vida, si caes en aquella negativa y pesimista que mira hacia
atrás, te hará retroceder unos pasos, pero si caes en aquella positiva y
alentadora que mira hacia adelante te podrá ayudar a avanzar unos cuantos pasos
más, pero… nunca se sabe. Hay que tener cuidado, porque por el camino podemos
llegar a adentrarnos en un laberinto,
sentirnos perdidos, sin saber realmente si vamos por el buen camino, de modo que
toca quedarse y reflexionar.
Durante nuestro camino hacemos
cosas mal (la prisión), nos
equivocamos y tenemos que asumir nuestras responsabilidades, de modo que
tenemos que ocuparnos de ello y quedamos un tiempo recapacitando.
Vamos avanzando y cuando más
cerca de la meta más cuidado hay que tener y más atentos hay que estar, porque
muchas veces nos ilusionamos, lo vemos tan cerca que nos creamos falsas
expectativas, ya lo estamos celebrando pero aún no hemos llegado. De modo que,
cuando más cerca estamos más fuerza y empeño hay que poner porque de repente surge
un imprevisto, caes en la calavera,
y… tenemos que volver a empezar.
Aquellos que ya estaban saboreando la victoria
se hundirán y perderán sus fuerzas por pereza a recorrer el mismo camino,
mientras que los que seguían con todas sus fuerzas viéndolo tan cerca y a la
vez tan lejos, no desistirán y cogerán los dados de su vida para querer volver
a tirar y avanzar. ¿Porqué? Porque la meta sigue ahí, no se ha movido, el único
que se ha movido eres tú, y sabes que puedes llegar hasta arriba porque ya has
pasado por muchas cosas, y eso te ha permitido aprender. Aprender a ser
paciente, a no perder la esperanza, a que nada está escrito y que sólo tú eres
el que decide seguir avanzando.
¿Y lo gratificante que es esforzarse y llegar por mérito propio a tu meta? Esa sensación no te la puede quitar nadie, porque esa sensación se gana, no se regala.
¡Gracias por leer Los engranajes de la Psicología! ¿Te ha gustado el post? Puedes seguirme en Facebook: "Psicóloga Raquel Ribes", Twitter: @psicologaribes, y en Google + recibirás todas las actualizaciones. ¡Feliz día! :)
¿Y lo gratificante que es esforzarse y llegar por mérito propio a tu meta? Esa sensación no te la puede quitar nadie, porque esa sensación se gana, no se regala.
¡Gracias por leer Los engranajes de la Psicología! ¿Te ha gustado el post? Puedes seguirme en Facebook: "Psicóloga Raquel Ribes", Twitter: @psicologaribes, y en Google + recibirás todas las actualizaciones. ¡Feliz día! :)
No hay comentarios :
Publicar un comentario