La imaginación puede ser tu amiga
o enemiga según cómo la uses.
Las personas imaginativas tienen
mucha capacidad de visualizar y experimentar. Pueden llegar a ser personas muy
creativas e improvisadoras, y tienen mucha capacidad de fantasear. Cuando leen
un libro pueden imaginar al detalle la escena, e incluso imaginarse a ellos
mismos dentro de la trama. Saben innovar, inventar y hacer planes al detalle a
corto y a largo plazo.
No obstante, esta capacidad de
idear si se usa de forma indiscriminada, puede volverse en contra de uno/a
mismo/a. Es decir, cuando se lleva esa visualización
más allá de lo racional, en la vida cotidiana, puede llevar a la creación de expectativas
y pensamientos que no son reales. Entre estos, los más comunes son llegar a malpensar
o creer que pueden saber lo que piensan los demás de uno mismo y asignarse
aspectos o características que no coinciden con la realidad. Este tipo de
pensamientos irracionales pueden ser tanto de superioridad como de
inferioridad. La diferencia entre un pensamiento racional de uno irracional es
que mientras que el primero se ajusta a
la realidad, el otro solo se limita a alimentar unos malos hábitos de pensamiento. Estos malos hábitos de pensamiento son la fuente de muchos de los trastornos relacionados con nuestro estado de ánimo.
Muchas veces no somos conscientes
de ello, hasta que el pensamiento irracional llega a convertirse en un monstruo
que nos asusta todos los días. Esto tiene que ver con la importancia que le das
a ese pensamiento. En nuestro día a día pasan por nuestra cabeza infinidad de
pensamientos, míralo como si nuestra mente fuese un anden en el que pasan
muchos trenes. Si no le das importancia no se van a parar, pasaran de largo. Pero
si empiezas a focalizar tu atención en cada uno de ellos, se pararan. Empezaran
a sonar su claxon, hacer luces y abrir las puertas para que no dejes de
prestarles atención, pero es tu elección el querer hacerle caso y subirte a él. Si ya te encuentras dentro del vagón mira en qué medida el pensar eso te
hace bien o te ayuda a ser la persona que quieres o te gustaría ser. El darte cuenta de ello ya es un paso muy grande para cambiarlo.
¡Mantén a raya tu imaginación y
que sea tu amiga, no tu enemiga! Que sea tu arma para sorprender y sacar una
sonrisa, para tomar decisiones y para resolver problemas, no para crearlos. Que
sea tu inspiración para luchar contra las adversidades, ideando nuevas metas y no
malos pensamientos.
Nuestro cerebro es capaz de crear
todo lo que podemos llegar a imaginar, pero tú eres el/la único/a que puede
pararle los pies cuando hace falta.
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